La catedrática de Psicología de la Northeastern University (Boston, Mass.) e investigadora sobre las emociones en el cerebro, Lisa Feldman Barret, está en el origen del concepto de “granuralidad emocional” o la capacidad de describir un estado emocional con precisión.
Saber experimentar una amplia gama de emociones, aunque sean desagradables, permite ser más eficaces a la hora de regular nuestros estados emocionales, evitando que asumamos estrategias destructivas cuando las situaciones nos desborden. En efecto, las personas capaces de identificar y comprender sus emociones son menos propensas a refugiarse en conductas tóxicas como las drogas, el alcohol o la comida.
Cuanto más se estudia este concepto, más se concluye que los sentimientos desagradables que pueden ser identificados con precisión, permiten que la gente sea más flexible a la hora de regular sus emociones y menos susceptible de tener comportamientos problemáticos, como beber o comer demasiado, como reacción al aburrimiento, o aislarnos cuando sentimos inconfort con nuestro cuerpo.
Parece que, cada vez que somos capaces de sentir y de describir con precisión lo que estamos viviendo, nuestro cerebro se pone a disposición de nuestra mente y nuestro cuerpo para adaptarse. Así, el que tiene una alta granuralidad emocional, es capaz de utilizar un vocabulario emocional rico para describir lo que siente, y es capaz de aportar matices a este sentimiento. Para estas personas, la contrariedad no es lo mismo que la cólera o la furia. Por el contrario, las personas que tienen una granuralidad emocional baja, tendrán tendencia a utilizar palabras más genéricas como “me siento mal” o “no voy bien”. Esto se constata en los estudios científicos, pero también en las consultas de los psicólogos. Pero la granuralidad emocional no significa sólo tener un amplio vocabulario para describir las emociones, sino ser conscientes de esas emociones.
Esta falta de habilidad puede estar relacionada con el contexto educativo en el que hemos crecido. Si durante nuestra infancia nuestros padres tenían también una granuralidad emocional baja, parece lógico que no hayamos aprendido a conectar con nuestros sentimientos.
La dificultad de poner nombre a nuestros sentimientos emocionales puede ser también post-traumática, como consecuencia de un estrés importante (agresión física, violación, accidente, …) o a una sucesión de agresiones repetidas (maltrato en la infancia) es frecuente disociarse de la experiencia emocional. En estos casos, cuando una emoción se percibe como inconfortable, la persona se corta completamente de su sentimiento, por lo que tiene mucha dificultad a nombrar lo que puede vivir emocionalmente.
La buena noticia es que, por lo general, la aptitud para poner nombre a nuestras experiencias emocionales puede aprenderse en cualquier momento de la vida, a través del aprendizaje, la comprensión y la utilización de nuevas palabras.
En Vedana y en nuestro programa de «La Psicodieta» consideramos que mejorar la granuralidad emocional es fundamental en general, y en particular a la hora de superar la relación tóxica con la comida; por eso trabajamos las emociones y su gestión en los grupos terapéuticos semanales. También el Mindfulness ofrece herramientas muy valiosas para mejorar nuestra granuralidad emocional.
Psicóloga clínica M-29020
Psicóloga del programa «La Psicodieta»
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