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El miedo a la tristeza.

La Felicidad está de moda. No es un concepto nuevo, ya Aristóteles nos decía en su libro Ética a Nicómaco que la Felicidad era el fin último del ser humano, aquello que todos queremos sentir, por eso nos preocupa tanto cómo conseguirla o mantenerla. La diferencia estriba en que actualmente nos creemos en la obligación de ser felices, hemos desarrollado una especie de fobia a la tristeza y a los bajones normales que todos tenemos de vez en cuando o a la tristeza propia de un duelo.

Hugh Mackay, un escritor australiano, nos dice que esta búsqueda obsesiva le parece una idea muy peligrosa y ha dado lugar a una enfermedad contemporánea en la sociedad occidental, que es el miedo a la tristeza.

La sociedad actual no nos permite sufrir. Para casi todo hay una píldora anestésica; un comentario balsámico como “¡Ánimo!, ¡Rápido!, ¡Enseguida pasa! un era lo mejor que podía pasar o el rechazo a los sentimientos con un no llores, que pasará.

¿Realmente estamos contribuyendo a la plenitud de esa persona o simplemente generando un pensamiento positivo ficticio que nos aleja de la realidad?

Ser muy optimista y pensar siempre positivamente es, sin duda, mucho mejor que ser negativo y buscar el lado malo de las cosas, pero hay algo mejor. Ser realista es reconocer que la gracia de la vida está en sus contrastes, en nuestra capacidad de sentir y experimentar toda la amplia gama de emociones humanas y de las respuestas y conductas que podemos tener frente a ellas.

Sin tristeza, nunca sabremos que es felicidad.

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