¿Cómo trabajar la conducta con niños hiperactivos?
Actualmente cada vez es más frecuente encontrar la expresión “niños hiperactivos” en el ámbito educativo. Características como la falta de atención, hiperactividad o impulsividad son propias de la infancia, es natural que los niños estén muy activos, presten poca atención, escuchen poco… Por ello, es muy importante distinguir entre un comportamiento propio de la etapa evolutiva y de uno que no lo es.
El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) o sin hiperactividad (TDA), y el síndrome disejecutivo son trastornos que se confunden a la hora de realizar un diagnóstico diferencial. En el lenguaje común se conocen, de forma no siempre acertada, como niños hiperactivos, pero en la práctica clínica diaria nos enfrentamos a casos de niños con síndrome disejecutivo, que presentan síntomas similares a la hiperactividad. Ambos trastornos tienen su base neurológica en el cerebro, y son originados por disfunciones neurobiológicas que afectan a la zona prefrontal del cerebro y al funcionamiento ejecutivo. No obstante, a diferencia del TDAH, que es un trastorno del neurodesarrollo según el DSMV, el síndrome disejecutivo es un síndrome producido por la lesión o inmadurez de estas áreas del cerebro.
Estas lesiones del área prefrontal provocan en los niños graves trastornos atencionales, así como una disminución en la velocidad de procesamiento y frecuentes alteraciones en el control y regulación de las emociones. Estos síntomas los presentan niños diagnosticados de TDAH, pero en el resto también se observa su presencia de una forma más o menos intensa. Ambos trastornos presentan una sintomatología diferente aunque presenten, en ciertas áreas, una sintomatología común.
El trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) frecuentemente se asocia a problemas de aprendizaje y de conducta que generalmente derivan en fracaso escolar.
En la consulta, frecuentemente nos encontramos con niños que, sin cumplir los criterios diagnósticos del DSM V, presentan síntomas de impulsividad e hiperactividad aislados sin cumplir todos los criterios diagnósticos. Estos niños hiperactivos requieren de una intervención específica, dirigida a rehabilitar sus procesos cognitivos con el fin de lograr un adecuado desarrollo psicosocial y evitar que esto desemboque en una situación de fracaso escolar.
Una de las funciones afectadas en estos niños hiperactivos es la Función ejecutiva. Esta función es la encargada de un conjunto de procesos cuyo objetivo es utilizar adecuadamente los recursos propios para conseguir un objetivo. La habilidad de regular la conducta, mediante la asignación de procesos cognitivos dirigidos a explorar, asociar, decidir, controlar y evaluar las situaciones se engloba dentro de la Función ejecutiva.
Los niños diagnosticados como hiperactivos generalmente presentan síndrome disejecutivo.
Suelen presentar problemas en la capacidad de anticipación, la elaboración de planes, el establecimiento de metas, la autorregulación conductual y la flexibilidad del pensamiento.
Estos problemas afectan a su rendimiento académico y su conducta, siendo necesaria una intervención global que abarque desde el ámbito escolar y familiar hasta el personal y social.
Desde la intervención individual o grupal en terapia, los psicólogos utilizan actividades cognitivas y terapéuticas para trabajar la estimulación. Para ello, entre otros recursos, se trabajan las siguientes habilidades:
- Las “auto instrucciones”: son un lenguaje interno cuyo objetivo es el envío mensajes a uno mismo con el fin de dirigir, mantener y modificar nuestra conducta. Nuestra labor como profesionales con el niño consiste en dividir una tarea en pasos de forma que, mientras se ejecuta, se verbaliza internamente lo que hacemos.
- Inteligencia emocional: esta intervención está centrada, sobre todo, en la autorregulación de las emociones y la motivación. Se trabaja con el objetivo de que el niño vaya adquiriendo recursos internos para manejar la frustración. La meditación, el cambio de pensamientos negativos a positivos y el autoconocimiento son habilidades básicas para manejar las emociones negativas sin control. La autoestima, que generalmente está seriamente afectada también es un punto importante a trabajar.
- La solución de problemas: el perfil de niños hiperactivos presenta un patrón de actuación en el que predomina la tendencia a no inhibir conductas impulsivas, lo que conduce frecuentemente a errores. Aprender a analizar las consecuencias de las acciones que llevan a cabo, captar lo importante y manejar el tiempo de la acción son habilidades básicas para manejar la impulsividad.
Además de la terapia es fundamental coordinarse con el centro escolar y trabajar con la familia. Los profesionales, teniendo en cuenta los recursos del entorno, aconsejan adaptaciones curriculares, supervisión y pautas encaminadas a: establecer los tiempos de estudio; planificar con antelación los exámenes y trabajos utilizando el calendario; y mejorar el autocontrol, las habilidades sociales y las competencias emocionales..
Nuria Ortega Lantaron
Psicóloga infanto-juvenil especialista en necesidades educativas especiales
Nº col. 17864