La trampa de la ansiedad.
Aunque a menudo se habla de una ansiedad positiva y adaptativa, y otra desadaptativa, lo cierto es que la ansiedad siempre causa un malestar intenso y da lugar a trastornos, así que, personalmente, creo que toda ansiedad es desadaptativa. Quizás sea conveniente aclarar algunos aspectos para evitar confusiones.
Nuestro organismo interactúa continuamente con el entorno y se activa o se relaja en función de la cantidad e intensidad de las demandas de éste, lo cual va a generar en nosotros:
- relajación y tranquilidad si no nos afecta lo que ocurre a nuestro alrededor
- excitación o estrés positivo, también llamado “eustrés”, si lo que vivimos nos gusta o es un reto (por ejemplo si montamos en una montaña rusa porque nos encanta, o cuando se quiere seducir a alguien que gusta y con quien se espera correspondencia)
- distrés si interpretamos la situación como una amenaza (en un examen que creemos vamos a suspender)
Así pues, es la experiencia subjetiva de esa activación o estrés y la creencia de poder afrontar la demanda o no, lo que va a determinar que tengamos ansiedad. En el ejemplo del examen, alguien con ansiedad podría -y así ocurre demasiado a menudo, por desgracia- quedarse en blanco a pesar de haber estudiado y de saberse las preguntas en clase o en su casa.
La ansiedad es una reacción fisiológica, cognitiva, emocional y conductual que surge ante amenazas imaginadas o anticipadas, junto con la creencia de no poder afrontarlas. Si esas amenazas fueran reales e inmediatas estaríamos hablando de una emoción primaria -el miedo-, muy necesario para asegurar nuestra supervivencia. Por ejemplo, imaginemos que nos encontramos en un local y entran unos atracadores; el miedo a que nos hagan daño nos impulsará a huir si es que podemos o nos da tiempo a hacerlo; nos quedaremos quietos o bloqueados si no podemos escapar; o lucharemos con ellos si estamos convencidos de que saldremos airosos. Por el contrario, una de las características más limitantes de la ansiedad proviene de la incapacidad de afrontar algo que no está ocurriendo en el presente. Es por esto que, cuando sentimos ansiedad, cuando nos preocupamos por algo improbable aunque posible, nos sentimos con menos capacidad de control o de afrontamiento, sentimos frustración, impotencia, inseguridad… Si imaginamos o anticipamos escenarios peligrosos, amenazantes y catastróficos, nos activaremos intensa e improductivamente, porque además, la ansiedad produce un estado de estrechamiento de la conciencia; no percibimos información o detalles que podrían sernos útiles porque toda nuestra atención se dirige a elementos que se asocian a ese peligro o amenaza invocada por nuestra mente. El miedo casi siempre es adaptativo, nos ayuda a protegernos y ponernos a salvo; la ansiedad, por el contrario, nos debilita y nos desgasta. El miedo se produce en tiempo real; la ansiedad se proyecta al futuro, a amenazas posibles que nos desbordan o nos paralizan; y por eso no es adaptativa.En realidad, cuando sufrimos adversidades, es cuando vamos a sorprendernos con nuestra capacidad de resistencia y resiliencia, y descubriremos en nosotros fortalezas y recursos que no creíamos poseer.
¿POR QUÉ TENEMOS ANSIEDAD?
- Temperamento y genética. Desde nuestro nacimiento ya mostramos una cierta tendencia a la reactividad o a la placidez. Hay bebés tranquilos que apenas lloran y otros que se irritan más fácilmente.
- Aprendizaje y modelado. En nuestra infancia aprendemos y modelamos muchas conductas de nuestros padres o personas significativas, y reaccionar con ansiedad es una de ellas, sobre todo si ya tenemos cierta tendencia.
- Experiencias traumáticas. Ser víctimas de sucesos altamente impactantes puede cambiar nuestra forma de relacionarnos con nosotros mismos y el mundo; cuando el organismo sufre daños físicos o psicológicos se activa de manera extrema para defenderse, produciéndose una cascada de conexiones neuronales y segregando hormonas del estrés como el cortisol. Si esos circuitos neuronales se repiten a menudo, pueden afectar de manera crónica y quedar almacenados de forma inconsciente.
SÍNTOMAS FRECUENTES DE ANSIEDAD
- Conductuales: Irritabilidad y agresividad, evitación de situaciones o personas Cognitivos: preocupación constante, pensamientos en bucle y obsesiones, estados de alerta
- Fisiológicos: dificultad para respirar, taquicardia, dificultades para dormir o tener un sueño reparador, no comer apenas o demasiado, somatizaciones, tensión muscular, ataques de pánico
¿QUÉ HACER PARA DISMINUIR O ELIMINAR LA ANSIEDAD?
Por regla general se podría decir que lo que disminuye o elimina la ansiedad es vivir el presente con conciencia, sentir con los cinco sentidos lo que nos aporta cada experiencia, concentrarnos en las tareas que tenemos entre manos y resolver lo inmediato en lugar de pretender controlar el futuro.
Nuestro organismo es capaz de movilizarse al máximo para manejar lo inmediato; pero lo que no puede resolver es el futuro, ya que ni siquiera sabemos qué ocurrirá, ni qué recursos vamos a necesitar. La mayoría de nuestras capacidades de afrontamiento surgen sólo cuando las necesitamos, cuando nos encontramos en una situación real e inmediata. A menudo nos decimos o escuchamos en otros que no soportaríamos una enfermedad, un accidente, una tragedia…; cuando lo cierto es que, aunque suframos, soportamos más dolor del que podríamos imaginar y que, como seres vivos que somos, estamos programados para adaptarnos.
Sin embargo, cuando hay mucha ansiedad, por muy obvias que resulten estas pautas, en ocasiones pueden ser de difícil aplicación.
En la mayoría de los casos, la ansiedad está asociada a traumas o experiencias perturbadoras del pasado, sobre todo si éramos muy jóvenes y vulnerables, sin autonomía o recursos, y lo mejor que podemos hacer es tratarlas en psicoterapia y dejar de evitarlas, para que así dejen de generarnos malestar y de sabotear nuestros objetivos, pues la ansiedad disminuye la confianza en nosotros mismos, haciéndonos cometer más errores, tomar peores decisiones y crear más conflictos con nosotros mismos y con otras personas.
La psicoterapia, especialmente con EMDR (Desensibilización y reprocesamiento de experiencias perturbadoras) nos permite, en un entorno seguro y tranquilo, eliminar la ansiedad y fuerza destructiva de ese pasado traumático, logrando una reinterpretación más equilibrada y adaptativa para que no siga dañándonos en el presente.
En otros casos en los que la ansiedad está más asociada a la genética y al carácter, la práctica de Mindfulness es una buena terapia para reducir el estrés y la ansiedad, ya que nos enseña a vivir plenamente el presente, lo que excluye vivir anticipando el futuro.
La buena noticia es que, aunque sabemos que vivir con ansiedad es difícil y produce sufrimiento, hay distintas terapias que funcionan ayudándonos a descubrir el origen de la ansiedad y/o enseñándonos pautas y herramientas para reducirla y, en último caso, aprender a vivir con ella.